Te cuento mi historia con mi trastorno alimenticio
Jun 09 , 2021
Decidí estudiar nutrición a partir de que estaba en el internado de medicina. Pasé por muchas especialidades en mi cabeza, cardiología, gastroenterología, psiquiatría, pero nada me gustaba lo suficiente para pasar por la residencia (guardias, desvelos y dormir en el hospital varias veces a la semana)
En el internado me encontré con la nutrición clínica, con nutrición hospitalaria en pacientes graves y ¡ya está! Pensé, “en esto me voy a especializar”. Terminando la carrera entre al hospital a estudiar el diplomado en nutrición enteral y parenteral, que era de tiempo completo en el hospital y consulta. En la carrera había llevado una clase de nutrición, pero recuerdo poco de ella. Sobre todo, no recuerdo cuánto impactó en mi relación con mi cuerpo y mi alimentación.
Ya he mencionado esto antes, me estoy recuperando de un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). No recuerdo bien la edad, pero debió haber sido alrededor de los 10-12 años que empecé a preocuparme por mi cuerpo. En la secundaria empecé mis primeros intentos propios por bajar de peso y a los 15 empecé mi primera dieta “formal”, con pastillas “naturales”. Sentía mucha presión por compararme con mis compañeras. Las chicas populares eran delgadas, y a mi parecer muy lindas. Yo me sentía gorda (ahora entiendo que ser gorda no tiene NADA de malo) y fea en comparación con ellas, y eso se veía reafirmado con la falta de interés de parte de los chicos. Claro que perdí peso con mi dieta, me sentía soñada. Ropa nueva, elogios, en fin, una maravilla.
Entré y salí de diferentes dietas, ya sea con nutriólogas o sola, comprando productos de dieta, de ejercicio, libros, videos, pastillas de venta libre, varias cosas. Entonces terminé la carrera y entré al diplomado, y aprendí a interpretar etiquetas e ingredientes de la comida, a contar porciones, medir calorías y como era médico, podía comprar pastillas inhibidores del apetito que solo venden con receta médica. En resumen, mi TCA estaba totalmente detonado. Experimentaba mucha culpa al comer, compensaba por lo que había consumido y tenía atracones.
Luego entré a la maestría en nutrición clínica, y conocí a más mujeres obsesionadas con su cuerpo y la comida. Continuaba subiendo y bajando de peso, viviendo en dietas seguidas por restricciones. Saliendo entré a trabajar al hospital, en el área de investigación. Conocí amigas muy queridas. A penas llegué, todas las conversaciones giraban en torno a la comida y al peso. Casi todas estábamos a dieta, iban conmigo a consulta, tomábamos pastillas y se ponían inyecciones. ¿Por qué las mujeres siempre hablamos y vivimos así? Por la cultura de las dietas, la historia, sociedad, gordofobia, etc.
Lo último que ocurrió es que, al independizarme y poner mi consultorio privado, me encontré con la dieta cetogénica. Me certifiqué en dar este método de reducción de peso y fui contratada para certificar a otros médicos y nutriólogos para que lo practicaran. Mi vida giraba 100% alrededor del físico, el salutismo, la imagen, calorías, gramos y porciones. Fue la peor época de mi TCA, me pesaba casi diario, anotaba compulsivamente lo que comía, hice (o intenté) hacer cetosis varias veces, que acababan en atracones.
Toqué fondo cuando estaba en un cuadro depresivo, con ansiedad, que no se quitaba con fármacos y terapia. Estaba además tomando un inhibidor del apetito y sentí el “ya basta”. Descubrí que me sentía terrible por el medicamento, pero principalmente por que no aceptaba mi cuerpo.
A partir de ahí mi camino ha sido hacia arriba. Fui diagnosticada con mi TCA y buscando alternativas, encontré este paradigma. En el capítulo ¿Cómo empiezo a dejar las dietas? Te cuento como le hice para llegar a la aceptación corporal y cómo puedes hacerlo tu.
No ha sido fácil, pero la sensación de libertad de las dietas, de la obsesión con la comida y con mi cuerpo han sido sumamente enriquecedoras. Debo decirte que todavía hay cosas que me detonan, que me hacen sentir mal con respecto a mi físico o mi alimentación, sin embargo, ahora tengo más herramientas, entre ellas, gente maravillosa que me rodea como Lupita Rozada, y comparte una historia familiar similar a la mía.
Si tu sospechas que tienes un TCA, no te quedes solx, normalmente estas cosas no se resuelven solas, es más, tienden a empeorar, y tienen consecuencias muy graves, incluso letales. Te sugiero:
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Cuéntale tus emociones y experiencias a algún conocidx, amigx o familiar en quien confíes, permítete ser vulnerable y buscar ayuda.
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Consigue un buen libro que te ayude a explicarte de que se trata esta enfermedad.
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¡Busca ayuda profesional! Es importante contar con apoyo de seres queridos, pero el tratamiento es con una profesional de la salud.
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Busca un equipo multidisciplinario. Es decir, un médicx, psicólogx y nutriólogx como mínimo. Y asegúrate de que sean especialistas en TCA y que tengan un enfoque no centrado en el peso.
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Ten paciencia y autocompasión. El camino que te espera no es sencillo, pero verás que vale la pena. Si hay ocasiones en las que recaes, siempre es posible levantarse.
Te deseo que encuentres paz y salud. Si tienes dudas en cuanto a tu diagnóstico, no dudes en escribirme.