Muchas veces vi los efectos negativos de poner a dieta a una persona, tanto metabólicos como emocionales, sin embargo, los pasaba por alto o los minimizaba. En el 2019, a mitad de año, entré en crisis personal y me di cuenta que el problema era que no aceptaba mi cuerpo, entonces empecé a investigar sobre aceptación corporal y eso me llevó a descubrir todo un mundo totalmente alejado de lo que yo hacía.

Posteriormente he realizado seminarios y simposios en temas de liberación corporal, uso de mindfulness para la alimentación y tratamiento de diabetes desde un enfoque no centrado en el peso; realicé un diplomado en psicología y psicopatología de la nutrición donde adquirí más conocimientos de los trastornos de la alimentación y cada vez me sigo preparando más para poder acompañar a los pacientes en un camino de sanación de la cultura de las dietas, de sanar la relación con su cuerpo y con la comida y de buscar el bienestar por otros lugares que no sean las dietas restrictivas. Ahora tengo un abordaje más integral hacia las personas sin dejar de preocuparme por las enfermedades que puedan beneficiarse de apoyo médico y nutricio.

Me gusta practicar yoga y ejercicios funcionales, no me gustan las prácticas de resistencia cardiovascular pero me obligo a realizarlos de vez en cuando por salud. Dejé de hacer ejercicio como una medida para “corregir” lo que había consumido o mi cuerpo y ahora disfruto del movimiento algunas veces por semana.

Estoy agradecida por todo lo que he vivido, por el tiempo que estuve metida en dietas, odiando mi cuerpo, ya que eso me ayudó a encontrar este otro camino que me permite acompañar a personas que han tenido historias similares a la mía.